miércoles, 25 de marzo de 2009

Convocatoria: historias a través de cartas

Cartas de papel: ¿una especie en extinción?
Cada día hay menos personas que escriben cartas en papel y los sobres casi no guardan historias de amor o relatos de viajes; ¿tenés alguna historia para contar que haya nacido a través de las cartas?

En la era virtual, la tinta y la caligrafía son cosas que van quedando en el pasado. Cada día hay menos personas que escriben cartas en papel. Con su fabulosa inmediatez, el correo electrónico y el celular dejaron de lado la necesidad de comunicarse con cartas manuscritas.
Hoy los sobres casi no guardan historias de amor, ni relatos de viajes, ni confesiones inconfesables... sino cuentas, publicidades, facturas, etc. Y ya nadie espera al cartero como lo hacía antes.
En la literatura y en el cine abundan historias surgidas de puño y letra. ¿Tenés alguna historia para contar que haya nacido a través de cartas? O alguna anécdota, o alguna carta de esas que nunca se olvidan… Y si seguís esperando al cartero, contanos por qué lo haces a reportes@lanacion.com.ar

Publicado en el diario La Nación, Buenos Aires, el martes 24 de marzo de 2009.

domingo, 22 de marzo de 2009

Las cartas inéditas de Rimbaud




Rimbaud, más allá de su leyenda
Las cartas inéditas del poeta, casi unas memorias, descubren su faceta más íntima
Por Elsa Fernández Santos
Madrid - 20/03/2009


Para Albert Camus era "el más grande de todos", y Patti Smith lo consideraba "el primer poeta punk". A Arthur Rimbaud (1854- 1891) le bastó un libro, Una temporada en el infierno, para convertirse en mito. Tenía 18 años y poco después decidió que la literatura había muerto para él. Quería vivir todas las vidas. Y, aunque murió a los 37 años de un cáncer de huesos, casi lo consiguió. Prometo ser bueno: cartas completas (Barril & Barral) reúne la correspondencia completa del poeta. Misivas autobiográficas que revelan los miedos y anhelos en la desesperada voz de un hombre condenado a errar, que viajó incansablemente, fue profesor, mendigo, explorador, comerciante, traficante de armas y hasta miembro de un circo. La desamparada huida de un poeta cuyas consignas visionarias -"Yo es otro", "Hay que ser absolutamente moderno", "La verdadera vida está ausente"- le convirtieron en el gran mito de la rebeldía adolescente. Lejos de esa imagen, su correspondencia, inédita hasta ahora en España, descubre a otro Rimbaud. Más íntimo y alejado de la leyenda.
Inquieto, irascible e insensato, también añoró sentar la cabeza. En 1883 confiesa a los suyos el deseo de tener una familia: "Isabelle [su hermana] se equivoca con su decisión de no casarse si alguien serio y experimentado se presenta, alguien con un futuro. La vida es así y la soledad es mala cosa. Yo echo de menos el estar casado y tener una familia. Pero estoy condenado a errar [...] ¿De qué sirven estas idas y venidas, estas fatigas, estas aventuras junto a razas extranjeras, estas lenguas con las que uno se llena la memoria y estas penas sin nombre si no puedo, pasados algunos años, descansar en un lugar que me guste, encontrar una familia y tener un hijo con el que pasar el resto de mi vida, educándolo como quiera, crear y armar la instrucción más completa que alguien pueda esperar, y que lo vea convertirse en un ingeniero prestigioso, un hombre rico y poderoso gracias a la ciencia?".
Y en 1889, el poeta muestra un apego familiar impropio del mito: "Mi querida mamá, mi querida hermana: al mismo tiempo que me excuso por no escribiros más a menudo, aprovecho para desearos un feliz año 1890, una buena salud. Sigo muy ocupado y me comporto lo mejor que soy capaz mientras me aburro mucho, mucho. Recibo también pocas noticias vuestras. Sed más prolijas y no dudéis que soy vuestro servidor".
Atrás quedan la rabia y el entusiasmo de sus cartas a Paul Verlaine, amante, que cansado de su joven y embarazada mujer huye con él y le llama "el hombre de las suelas de viento". La relación de Verlaine y Rimbaud no tardó en convertirse, tal y como la definió el propio poeta, en las de "un marido infernal y una virgen loca". En julio de 1873 escribe: "Vuelve, vuelve, querido amigo, amigo único, vuelve. Prometo ser bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me ofusqué, me arrepiento de ello más de lo que eres capaz de imaginar. Vuelve, todo se habrá olvidado totalmente. ¡Qué desgracia que te hayas tomado en serio esta broma! No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. [...] No me irás a olvidar, ¿verdad? No, no puedes olvidarme, yo te llevo siempre conmigo".
Además de las cartas, Prometo ser bueno (que el lunes se presenta en Madrid en una jornada en el Centro Cultural Moncloa que incluye un recital de poesía, un concierto, una mesa redonda y la proyección de un documental) reúne el Dossier de Bruselas con las declaraciones e interrogatorios sobre el disparo a Paul Verlaine, las cartas de su hermana Isabelle a su madre y un artículo, de cuya autoría no se tenía constancia hasta 2008, publicado con el seudónimo de Jean Baudry en una revista en 1870.
La vida dejó su huella en el poeta de los ojos azules ("Me porto bien, pero el pelo se me encanece por minutos. Hace tanto tiempo que esto sucede que temo que mi cabeza parezca ahora a la de una borla de maquillaje. Resulta desoladora semejante traición del cuero cabelludo, pero ¿qué hago?"). Hasta que en 1891, meses antes de que le amputen la pierna carcomida por el cáncer de huesos que le matará, pide a su madre que le envíe unas medias para aliviarle. "Me encuentro mal. Tengo en la pierna derecha varices que me hacen sufrir mucho. [...] Hazme este favor: cómprame un remedio para las varices, para una pierna larga y enjuta. [...] La mala alimentación, los alojamientos malsanos, las ropas demasiado ligeras, los problemas de todo tipo, el aburrimiento, la rabia permanente en medio de negros tan imbéciles como canallas; todo esto ataca profundamente la moral y la salud en muy poco tiempo. Uno envejece muy rápidamente aquí, como en todo el Sudán".
Ya con la pierna amputada, en un hospital de Marsella, incapaz de dormir y descansar por los dolores, le escribe a su hermana Isabelle: "Mi querida hermana: No me has escrito. ¿Qué ha pasado? Tu carta me asustó, me gustaría tener noticias tuyas. Espero que no sean nuevos problemas, ¡ya tenemos bastantes! No dejo de llorar día y noche, soy un hombre muerto, lisiado de por vida. [...] No sé qué hacer. Todo esto me ha vuelto loco: no consigo dormir ni un solo minuto. En fin, nuestra vida es miserable, una miseria eterna. ¿Para qué vivimos? Enviadme noticias".
Publicado en El País de Madrid.

lunes, 9 de marzo de 2009

Infamous

Douglas McGrath
Estados Unidos, Jack and Henry Productions Inc., 2006

Por Victoria Orella

El cine, al igual que la literatura, en tanto que prácticas discursivas artísticas, nos ofrecen otra mirada sobre aspectos de la realidad. Por ello, en la presente investigación, centrada en el estudio de la escritura epistolar en prisión, tanto en la línea de la comunicación epistolar como en la de la microhistoria y el registro de la vida cotidiana de una parte de la población en condiciones de marginación, consideramos que el análisis de un texto fílmico contribuye en la profundización de dicho estudio.
La vida en prisión ha sido representada en numerosas películas a lo largo de la historia del cine. La violencia, ya sea entre los internos o ejercida por la propia institución penitenciaria –en tanto aparato ideológico represor o a través de sus agentes- hacia estos, ha generado un corpus de obras cinematográficas sustancioso. No puede decirse, sin embargo, que la correspondencia en prisión sea un aspecto de esa vida en condiciones de reclusión que haya recibido un amplio tratamiento en el cine.
En las líneas que siguen el objetivo será analizar en el film Infamous algunos de los temas que a lo largo de la investigación realizada se han identificado como pertinentes para pensar las particularidades que caracterizan a la práctica epistolar en prisión.

Infamous, de Douglas McGrath, nos sitúa en una época de la vida del escritor estadounidense Truman Capote, narrando el proceso de creación de su novela A sangre fría, centrada en el cuádruple asesinato cometido por Perry Smith y Richard Hickock en Kansas en 1959. El film de McGrath, a partir del libro de George Plimpton, Truman Capote: In Which Various Friends, Enemies, Acquaintances and Detractors Recall His Turbulent Career, construye un relato que se inicia prácticamente cuando Capote lee la noticia del asesinato de cuatro de los integrantes de la familia Clutter y decide viajar a Holcomb para conseguir mayor información con el objetivo inicial de hacer un reportaje y finaliza con la muerte de los asesinos, Perry y Dick, condenados a la horca por el estado de Kansas.
Entre el asesinato de los Clutter en 1959 y la muerte de Perry y Dick pasaron casi seis años. Durante ese tiempo, Capote se introdujo en la vida de algunas de las personas relacionadas con los Clutter y con la investigación del crimen, obteniendo material para la creación de lo que no fue finalmente un reportaje sino una novela, una non-ficition novel como la llamó el propio Capote, en la que hechos reales son narrados con técnicas de la novela de ficción. Cuando los asesinos fueron descubiertos y detenidos, Capote consideró que debía incluir también el lado de la historia que sólo estos podían contar. De ahí que, una vez que fueron encerrados, el escritor comenzó a visitarlos para ganarse su confianza y le ofrecieran su visión de los hechos. Si bien Dick Hickock se mostró desde un principio dispuesto a darle a Capote todo tipo de información, Perry Smith estableció una barrera que sólo la apertura emocional de Capote, al contarle su historia personal y el suicidio de su madre, pudo derribar. El momento de conexión que ese establece entre ambos desde ese día aparece representado en el film, dando paso luego al relato de la relación entre ambos hombres; relación que en gran parte será de carácter epistolar.

Para leer la reseña completa, aquí