miércoles, 29 de abril de 2009

Hallan en una botella el mensaje de siete víctimas de Auschwitz


Obreros que realizaban reformas cerca del ex campo nazi de exterminio de Auschwitz, en el sur de Polonia, encontraron una botella con un mensaje escrito por prisioneros, fechado en septiembre de 1944, donde figuran sus identidades y lugar de nacimiento."Los trabajadores demolían un muro del sótano de una escuela cercana a lo que hoy se conserva del campo de concentración cuando se toparon con la botella", explicó un vocero del Museo de Auschwitz. "Creemos que los prisioneros arrancaron un pedazo de un saco de cemento para utilizarlo como papel y escribir su mensaje", agregó.El texto está escrito con lápiz y fechado el 9 de septiembre de 1944. Contiene los nombres, el número de identificación dado por las autoridades nazis y el lugar de nacimiento de siete jóvenes prisioneros, de entre 18 y 20 años, nacidos en Polonia y Francia.

Después de que los especialistas autenticaron el hallazgo, el vocero del Museo de Auschwitz dijo que al menos dos de las personas incluidas en el mensaje sobrevivieron, aunque no pudieron determinar qué pasó con ellas. Y señaló que de acuerdo con lo leído, los prisioneros pensaban que morirían en Auschwitz. El texto, sostuvo, fue un intento de dar evidencia de su existencia. La escuela donde se hizo el hallazgo formó parte de las instalaciones del complejo Auschwitz-Birkenau, una "fábrica de muerte" donde se estima que los nazis asesinaron a más de un millón de personas, en su mayoría judíos. Ubicado a pocos metros de lo que fue el campo de concentración, el actual colegio había sido usado por los nazis como un depósito durante la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con el periodista de la cadena inglesa BBC, Terry Egan, durante los trabajos de los obreros la botella se desprendió de una de sus paredes.

Desde el museo confirmaron que la botella y su mensaje se expondrán en el centro de visitantes como parte del legado de Auschwitz. De visita oficial en Polonia, el primer ministro británico, Gordon Brown, tenía previsto visitar ayer Auschwitz y sus instalaciones donde cada año miles de personas de todo el mundo recuerdan uno de los episodios más trágicos del Holocausto que vivió Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En coincidencia, un tribunal de Viena, Austria, condenó a cinco años de prisión al escritor austríaco Gerd Honsik por haber negado la existencia del Holocausto.

Entre los cargos figura el haber propagado la ideología nacionalsocialista –en su revista "Halt" y en su libro "Absolución para Hitler"– a pesar de tener una condena anterior bajo la ley contra la negación del Holocausto que rige en Austria. Conocida la sentencia, Honsik anunció de inmediato que apelaría. También la Fiscalía dijo que apelaría pero porque considera que la pena es demasiado leve.

Publicado hoy en el diario Clarín de Buenos Aires.

martes, 28 de abril de 2009

Palabras de amor y desamor, en las voces de los famosos

Maratón de lectura en la Feria del Libro: Se leyeron cartas que mostraban el corazón de los grandes de las Letras.

El poeta portugués Fernando Pessoa decía "que todas las cartas de amor son ridículas", que "cuando hay amor, tienen que ser ridículas". La invitación a actores para un nuevo maratón de Lectura en la Feria del libro era entonces también una invitación a ponerle la voz al ridículo: leer cartas de amor y desamor, unas febriles y otras rencorosas, escritas por grandes autores de la literatura universal. Frente a la sala José Hernández de La Rural, un chico que ya es el cazador de autógrafos oficial de la Feria juntaba con una sonrisa las firmas de actrices como Cecilia Milone o Julieta Ortega. Pero el amor del público tampoco es para siempre y a los cinco minutos el chico les lanzaba su arsenal de lapiceras y autógrafos por la cabeza a los guardias de seguridad.En la improvisada alfombra roja que lleva hasta la sala donde se celebraba el maratón de lectura, varios periodistas aprovechaban para preguntarles a los protagonistas por el amor. La actriz Cecilia Milone, vestida de negro y con unos tacos de vértigo, mostró cintura y habló de su amor a la lectura (lo primero que leyó en su vida fue Los árboles mueren de pie, de Casona, y de ahí el teatro en general) antes de ponerle la voz a cartas de Frida Kahlo ("Mi Diego, espejo de la noche"). El maratón arrancó una carta de la líder marxista Rosa Luxemburgo leída por Déborah Pérez Volpin.En el público había un popurrí extraño. Un señor de remera verde aprovechaba para robarle besos a la chica que tenía al lado, un chiquito ponía cara de aburrimiento, dos señoras canosas se protegían (desde luego que no del sol) con lentes oscuros dentro de una sala en penumbras. Entonces Víctor Laplace subió a la escena y se convirtió durante casi diez minutos en un Oscar Wilde frágil, decepcionado, al borde del llanto. Leía la extensa carta que el poeta le escribió a Lord Douglas durante los últimos meses que pasó en prisión. Es una carta en la que se quejaba de que "los dioses son extraños (.). Nos llevan también a la ruina con lo que en nosotros es bueno". Por la sala José Hernández pasaban amores a dos voces, como el de las cartas entre el poeta francés Paul Elouard (leído por Tony Lesting) y Gala (Mimí Ardú); trágicos y cinematográficos como el de Virginia Woolf por su marido, cuya carta de despedida leyó Julieta Ortega; otros lésbicos y cómicos como el de Alejandra Pizarnik en sus cartas a Silvina Ocampo. Claudia Lapaco fue de las más aplaudidas de la noche cuando terminó de leer esa carta en la Pizarnik explica que lo suyo "no es una calentura, es un reconocimiento infinito", y hasta se pone brava con la despedida en que "la besa a la rusa, con variantes francesas y a la córcega". Fue curioso oir a Federico D'Elia encarnando a un desesperado Flaubert ("Me parece que no escribo bien", decía uno de los grandes novelistas de la historia), pero más a Soledad Silveyra dándoles voz a las cartas que Jorge Luis Borges le enviaba a Estela Canto.Ahora: el premio a la mejor decisión de casting se lo roba quienquiera que haya pensado en Silvio Soldán en el papel de Napoleón Bonaparte. "Era un lobo en piel de cordero, ese", contaba el presentador antes de entrar en la sala. "Podía parecer muy duro y serio, pero tenía un metejón terrible con esa Josefina. Estaba preocupadísimo con que lo engañara". Soldán es, además de conductor televisivo, poeta. Dice que él lo que prefiere son las cartas románticas más que las "chanchas". Cuenta que cuando planea sus poemas "imagina situaciones y después las escribe".- ¿Y piensa en mujeres para escribir, Soldán?- Sí, siempre en minas. ¿Qué querés?


Por Juan Manuel Bordón


Publicado en la revista Ñ de Clarín el 28 de abril de 2009.

viernes, 24 de abril de 2009

Se expone la carta de Enrique VIII que "cambió la historia"

LONDRES (Reuters) - Una carta de amor manuscrita de Enrique VIII a Ana Bolena que, según sus custodios, cambió el curso de la historia, es la estrella de una muestra sobre el rey inglés que llegó al poder hace 500 años.
La exposición "Henry VIII: Hombre y Monarca" en la Biblioteca Británica de Londres, examina cómo un príncipe medieval convencional se convirtió en un monarca revolucionario que rompió con Roma y recurrió a métodos brutales para sacar adelante sus planes.
La carta de 1527 es una de las 17 que Enrique le envió a Bolena, lo que supone una prueba de la pasión que sentía por ella, dado que confesó que encontraba "tedioso y doloroso" escribirlas.
La misiva se muestra junto al adornado escritorio portátil del rey, en el que probablemente se escribió.
En el texto, escrito en francés y prestado a la muestra por el Vaticano, Enrique dice: "Las pruebas de vuestro afecto son tales (...) que me obligan para siempre a honraros, amaros y serviros".
Los historiadores interpretan esas palabras como el momento en el que Enrique comprometió su futuro con Bolena, lo que le instó a anular su primer matrimonio con Catalina de Aragón y les puso a él y a Inglaterra en el camino para enfrentarse al Papa.
"Vemos de verdad la mano (la caligrafía de Enrique) por primera vez con la carta de amor a Ana Bolena", señaló el historiador David Starkey, comisario de la exposición, que está abierta hasta el 6 de septiembre.
"Esta es una paradoja extraordinaria: es una apasionada carta de amor y aún así es la base para todos los cambios revolucionarios del reinado", dijo a Reuters.
El impacto de la decisión del monarca, que provocó una ruptura con la Europa continental, se siente aún hoy, señaló el historiador.
"Si se piensa en los debates perpetuos que tenemos sobre las relaciones de Inglaterra con Europa, Enrique es el primer euroescéptico", dijo. "Es Enrique, como resultado de la ruptura con Roma, quien inicia este proceso de hacer del Continente algo extraño, peligroso", agregó.
RASTRO DE PAPEL
A través de libros, manuscritos, panfletos, mapas y cartas -muchas anotadas o escritas por el rey- la exposición lo muestra como un príncipe que comenzó su vida como un católico practicante.
Catalina, con la que se casó en 1509 -siete años después de la muerte de su primer marido, el hermano de Enrique, Arturo- se sintió rechazada no sólo cuando Enrique pidió el divorcio, sino también cuando vivía como una viuda en la corte inglesa.
En una carta a su padre, se queja de cómo el monarca se negaba a pagar nada, obligándola a vender objetos para comprar ropa.
"Estoy endeudada en Londres, y no es por cosas extravagantes (...) sino sólo por comida", escribió en 1506.
Gran parte de la exposición se centra en el largo y elaborado proceso para anular el matrimonio, incluyendo comunicados que probaban que Catalina había consumado su matrimonio con Arturo, invalidando por tanto su relación con Enrique.
El monarca, confiado en un principio en el apoyo de Roma, fue sintiéndose cada vez más frustrado por los intentos de detenerle, y en 1534 se reconoció formalmente la ruptura con Roma y su liderazgo de la Iglesia Anglicana.
La resistencia de la población a los cambios produjo ejecuciones y a la supresión brutal de sus enemigos, completando la transformación de Enrique de "joven idealista" a "envejecido y enfermo tirano".
La exhibición incluye una lista de nombres de nobles ingleses asesinados durante el reinado de Enrique, comenzando en 1510 con dos asesores de su padre hasta su última víctima, Henry Howard, en 1547.
En un inventario de las posesiones de Enrique tras su muerte figuraban 20.000 objetos, entre ellos 70 barcos y 49 pares de anteojos.

Por Mike Collett-White

(Traducido por la Redacción de Madrid; Editado por Patricia Avila)

Publicado hoy en YahooNoticas.