jueves, 24 de enero de 2008

Por qué luchan los soldados

El catedrático Núñez Seixas estudia el lado humano de la II Guerra Mundial

Cristina Huete
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago Xosé Manoel Núñez Seixas (Ourense, 1966) ha dado una vuelta de tuerca a la tradición historiográfica gallega y también a la suya propia. Especialista en la investigación de los nacionalismos españoles y europeos comparados, Seixas ha dado un paso al frente con un libro sobre la historia militar y la Segunda Guerra Mundial, Imperios de muerte. La guerra germano-soviética, 1941-1945 (Alianza Editorial). "Tenía ganas de cambiar de línea y no aburrirme ya con la Historia de Galicia y de España", confiesa el investigador inmerso en buscar explicación a la pregunta, "la gran pregunta", de por qué lucha la gente. "Desde nuestra historiografía tenemos bagaje suficiente para abordar estas cuestiones sin complejos, porque somos una Universidad universal".
El caso de Núñez Seixas es paradigmático. Su afición por el alemán, y el dominio de esta lengua (está casado además con una germana) le ha permitido acceder a documentación inédita, diarios y cartas de combatientes alemanes y de otros puntos de Europa. Y esto le ha llevado a escribir un libro sobre la dimensión social y cultural de la guerra más cruenta del siglo XX, "una carnicería absoluta", evitando centrarse "en la perspectiva militar clásica de la típica descripción de las batallas". "Esto está bien que se haga", dice, "pero que lo hagan otros".
Él ha contado la guerra desde la experiencia personal de los soldados. Y concluye que estos combaten por dos razones, bastante alejadas de la ideología e inoculadas y reforzadas por los ejércitos: una cultura de guerra "basada en el adoctrinamiento del culto a la virilidad para ahuyentar el miedo y convertir a los combatientes en máquinas" y la creación de un "sentimiento de fidelidad a los camaradas, una especie de células solidarias que dan sensación de pertenencia al grupo".
Núñez Seixas aborda ahora, estudiando ruso, la investigación de una segunda parte centrada en la División Azul. Reconoce que el papel de los españoles en el frente del Este ("apenas 45.000, una gota entre los 10 millones de soldados del Eje") está ya estudiado, pero desde la historia militar tradicional. Advierte, no obstante, que "la memoria oficial de la División Azul es sumamente benévola en España, como no podría ser de otra forma considerando que algunos de los directores generales de la Guardia Civil entre los años 60 y 80, varios implicados como golpistas en el 23-F, pasaron por la División Azul, incluido Aramburu Topete, ante el que se rindieron".
Pese a la intención del catedrático de dejar a un lado los nacionalismos, no ha hecho sino darse de bruces con ellos. "El nacionalismo es un componente ubicuo en la guerra germano-soviética", reconoce. El nazismo alemán contra el patriotismo estalinista ruso. "Dentro de la cosmovisión nazi del mundo no cabía la autodeterminación de los pueblos soviéticos no rusos, sino su sumisión e incluso aniquilación", destaca, señalando que además "desde el lado soviético la guerra se presentó como una causa patriótica en nombre del imperialismo nacional soviético". Stalin presentaba "la patria sovietica como paso de liberación de los pueblos del mundo del fascismo".
Pero el catedrático, en su conversación, también analiza el nacionalismo aquí y ahora. "Nunca el nacionalismo gallego tuvo tanto poder", reflexiona, pero señalando la paradoja de que "no hay correspondencia entre el nivel del voto nacionalista, de un 20%, con el tejido social que lo sustenta, considerablemente inferior". El experto se muestra escéptico con el ideario del BNG en el poder: "Algunas políticas se están centrando en la conmemoración del himno y la exaltación de los valores y tengo dudas de que en la era de la globalización esos instrumentos decimonónicos tengan efectividad". Seixas cree que hay un "déficit de modernización teórica" en el BNG mientras descarta que el PSOE pueda devolver a su útero el proyecto galleguista del PSG. "Tienen una cultura política de base muy españolista".

Publicado en el periódico El País, el 22 de enero de 2008

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