domingo, 12 de julio de 2009

Un cajón de cartas


Guardo como un tesoro en un cajón de un mueble todas las cartas que me enviaron los chicos antes de la difusión del mail. Incluían preguntas, dibujos, y muy a menudo, sobre todo las chicas, confesiones. A veces se parecían a llamados telefónicos imaginarios: "¿Cómo está usted? Bien, me alegro" (Romina, 12, Ingeniero Maschwitz). También había críticas: "La sombra del dinosaurio es realmente un muy buen libro, lo único que no me gustó es el final, podría ser más emocionante", (Virginia, 13, Bahía Blanca). La mayor cantidad de preguntas las recibí de un colegio municipal de Villa Luro al que fui todos los años (también Marcelo Birmajer), desde el 92 hasta el 2008, gracias a Paula Groissman, maestra capaz de hacer oír su voz poderosa a través de patios y aulas llenas de chicos vociferantes. Su entusiasmo contagioso acercaba a los chicos a la lectura de un modo vital. Como no todos los chicos tenían plata para comprarse el libro, yo firmaba en muchos casos, años tras año, el mismo ejemplar, pasado de hermano a hermano, o comprado como usado; las dedicatorias anteriores quedaban ocultas bajo capas arqueológicas de liquid paper.

Un lector singularmente persistente en su correspondencia era Mariano Blatt, que me escribió desde los 12 a los 14, y que ya de grande ha preparado antologías y ha seguido escribiendo.

Recuerdo sus cartas porque eran, a pesar de su edad, "de escritor a escritor". Salvando excepciones como ésta, las preguntas más frecuentes, por carta o en persona, son: ¿Cuánto se tarda en escribir un libro? ¿Le dedicó un libro a su familia? ¿Cuánto de la vida real hay en los libros? ¿De qué cuadro es? Encuentro entre estas cartas una de Nerina Heitt (12 años, Santa Rosa, La Pampa) del 94. Me escribe: "La maestra está muy contenta con su presencia. Parece una muchachita con zapatos nuevos, nunca la vi así." Eso de "una muchachita con zapatos nuevos" es la exacta mezcla de cotidianeidad y sorpresa que uno quisiera siempre para la propia escritura.

Publicado hoy en el diario Clarín de Buenos Aires.


1 comentario:

Matías F. dijo...

Qué bueno lo de Blatt.