lunes, 19 de noviembre de 2007

“En mi novela están los ecos de Rulfo”

En "El lugar perdido", la novela ganadora del Premio Clarín 2007, varias voces cuentan lo sucedido en un pueblo jujeño en 1977. Norma Huidobro, su autora, explica en esta entrevista cómo decidió ubicar una historia de la dictadura en un pueblo lejano donde los acontecimientos políticos llegan ralentados, como rumores surgidos de la siesta. Las cartas entre dos amigas tienen un lugar central en esta ficción, ya que ponen en contacto dos mundos distantes geográfica e históricamente.



Jorgelina Nuñez
Al norte de España, cerca de Burgos y en la ribera del río Ebro, solía habitar un pueblo de costumbres primitivas y hombres hoscos. Las frecuentes inundaciones los obligaron a alejarse del lugar y a buscar nuevos asentamientos. Con el tiempo se los denominó como los “huidos del Ebro” y tras mutar esa característica en apellido, empezaron a hacerse conocidos como los Huidobro. Un origen común para un puñado de inmigrantes que más tarde se esparcieron por América y que pone en relación, aunque distante, a Vicente Huidobro, el famoso poeta chileno autor de Altazor, con la reciente ganadora del Premio Clarín de Novela, Norma Huidobro. Ese apellido evoca una zona, un territorio, que en la actualidad ha sido ganado por el torbellino modernizador de la nueva España, pero donde durante siglos el tiempo avanzó con la lentitud de una rueda de molino. En esa rueda se molían los granos junto con las pequeñas historias de sus habitantes. Tanto unos como otras participaban del mismo anonimato que mantiene a algunos pueblos al margen de los acontecimientos que agitan a las naciones.
Algo similar es lo que sucede en Villa del Carmen, un pueblo remoto de Jujuy, escenario donde transcurre en El lugar perdido, la novela ganadora del Premio Clarín. A ese confín de la Argentina, hundido en la molicie y el atraso, que no conoció las movilizaciones populares, las organizaciones sociales ni los enfrentamientos armados que atravesaron la década del setenta, ni asistió tampoco a su posterior represión, los hechos de la historia llegaban ralentizados, como rumores surgidos de la siesta, que no alcanzaban a confirmarse. O se conocían a través de cartas esporádicas, como esas que en la ficción le envía Matilde Trigo, desde Buenos Aires, a Manta Valdivieso, su amiga de la infancia. De ese modo se ponen en contacto dos mundos distantes geográfica e históricamente.
Sobre los lugares, las voces y los personajes de El lugar perdido, habla Norma Huidobro en esta entrevista con Ñ, apenas conocida la noticia del premio.

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