Carta a Pérez Celis, el artista invencible
Por Orlando Varone
Por Orlando Varone
Leída en Radio continental de Buenos Aires, el 9 de abril de este año
Querido amigo, ya no caben dudas, anoche fuiste invencible. Te empujaste. Y te cargaste el cuerpo largamente vulnerado durante meses y lo llevaste, empequeñecido pero con voluntad de gigante, a la exposición que en tu homenaje se hizo en el Congreso de La Nación. Sentado- porque ya no te sobran fuerzas- pediste perdón por no estar parado junto a tus amigos; y casi te pierde el sentimiento pero también le ganaste, y conseguiste dominarlo como dominás en la estética el exceso que la obra no pide. Parecías una tenue pincelada sacada de la desesperación para demostrarnos aunque no hiciera falta, que eso que está en tus cuadros no es únicamente una demostración pictórica. Ni tampoco la prueba de una destreza plástica virtuosa, sino un recurso sobrenatural de tu naturaleza. Un recurso que excede tu propia biología. Todo fue allí tuyo Pérez Celis. Tus cuadros rodeando los límites del Salón de los Pasos Perdidos, tus hijos- la actriz María José Gabin y el diseñador de arte Sergio Pérez Fernández- y tu mujer Tamara Toma. Y por esas paradojas dramáticas de la vida, vos que durante todo este último tiempo estuviste sintiendo que a tus arterias se le estaba agotando la sangre, volviste anoche a derramarla a raudales desde tu arte y desde tus ganas invencibles. Y sólo Dios sabe de dónde sacás fuerzas para sonreir y para enojarte todavía. Le reprochaste públicamente a Boca por haber descuidado los murales que pintaste en el estadio. Y reclamaste a Cavanno, el secretario de cultura del Club, que los arreglen. Tenés razón. Que arreglen las coyunturas artísticas de Riquelme. Pero que también arreglen tus murales. Y si anoche perdió Boca vos ganaste jugando con un solo hombre: con vos mismo.
Querido Pérez Celis: hasta Pinky no pudo controlar un balbuceo de desconsuelo cuando se emocionó a tu lado leyendo la carta de Alfredo Bravo- que ya no está- contando el por qué creaba este homenaje de la legislatura a un artista. A vos Pérez Celis. El diputado Macaluse te mostró su justa admiración en nombre de sus pares. María Kodama y Laura Escalada no por casualidad llegaron a abrazarte acompañadas por Borges y Piazzolla. Sé que los viste, porque te inclinaste. Sebastián Bagó, que es de Ríver y que tiene decenas de cuadros tuyos, me dijo que el otro día que fue a visitarte lo echaste porque estaba por empezar un partido y que no querías verlo junto a un hincha de Ríver. Nos reímos: tu sinceridad no está sólo en tu arte. Yo , desde un poco más atrás te miraba, tan boquense y tan argentino y me preguntaba si te das cuenta de que aún chantajeado mal por el destino estás ganando ese combate. Porque no hay enfermedad invencible que no encuentre la horma de su zapato y la estás enfrentando con la resistencia de un estoico. De un humano extraordinario, que como el mítico Ulyses quiere salir airoso de las temibles aventuras que el poeta Homero le imagina. Tus amigos pintores estaban allí. Y tus amigos no pintores. Y estaba tu vida plantada allí con la voluntad de la vida. Estarás ahora en tu casa del Bajo de Belgrano escuchando como siempre este programa: porque acompaña la etapa transitoria en que tu cuerpo te requiere con egoísmo. Esta carta es un privilegio que me ofrece el ser tu amigo. Hacé de cuenta que la escriben todos los amigos que te quieren. Aun de Ríver. Vos harías lo mismo en estas circunstancias. Cuidate. Este 29 te invito otra vez a comer los ñoquis rituales a mi casa. No traigas nada. Traete vos. Es suficiente.
Querido amigo, ya no caben dudas, anoche fuiste invencible. Te empujaste. Y te cargaste el cuerpo largamente vulnerado durante meses y lo llevaste, empequeñecido pero con voluntad de gigante, a la exposición que en tu homenaje se hizo en el Congreso de La Nación. Sentado- porque ya no te sobran fuerzas- pediste perdón por no estar parado junto a tus amigos; y casi te pierde el sentimiento pero también le ganaste, y conseguiste dominarlo como dominás en la estética el exceso que la obra no pide. Parecías una tenue pincelada sacada de la desesperación para demostrarnos aunque no hiciera falta, que eso que está en tus cuadros no es únicamente una demostración pictórica. Ni tampoco la prueba de una destreza plástica virtuosa, sino un recurso sobrenatural de tu naturaleza. Un recurso que excede tu propia biología. Todo fue allí tuyo Pérez Celis. Tus cuadros rodeando los límites del Salón de los Pasos Perdidos, tus hijos- la actriz María José Gabin y el diseñador de arte Sergio Pérez Fernández- y tu mujer Tamara Toma. Y por esas paradojas dramáticas de la vida, vos que durante todo este último tiempo estuviste sintiendo que a tus arterias se le estaba agotando la sangre, volviste anoche a derramarla a raudales desde tu arte y desde tus ganas invencibles. Y sólo Dios sabe de dónde sacás fuerzas para sonreir y para enojarte todavía. Le reprochaste públicamente a Boca por haber descuidado los murales que pintaste en el estadio. Y reclamaste a Cavanno, el secretario de cultura del Club, que los arreglen. Tenés razón. Que arreglen las coyunturas artísticas de Riquelme. Pero que también arreglen tus murales. Y si anoche perdió Boca vos ganaste jugando con un solo hombre: con vos mismo.
Querido Pérez Celis: hasta Pinky no pudo controlar un balbuceo de desconsuelo cuando se emocionó a tu lado leyendo la carta de Alfredo Bravo- que ya no está- contando el por qué creaba este homenaje de la legislatura a un artista. A vos Pérez Celis. El diputado Macaluse te mostró su justa admiración en nombre de sus pares. María Kodama y Laura Escalada no por casualidad llegaron a abrazarte acompañadas por Borges y Piazzolla. Sé que los viste, porque te inclinaste. Sebastián Bagó, que es de Ríver y que tiene decenas de cuadros tuyos, me dijo que el otro día que fue a visitarte lo echaste porque estaba por empezar un partido y que no querías verlo junto a un hincha de Ríver. Nos reímos: tu sinceridad no está sólo en tu arte. Yo , desde un poco más atrás te miraba, tan boquense y tan argentino y me preguntaba si te das cuenta de que aún chantajeado mal por el destino estás ganando ese combate. Porque no hay enfermedad invencible que no encuentre la horma de su zapato y la estás enfrentando con la resistencia de un estoico. De un humano extraordinario, que como el mítico Ulyses quiere salir airoso de las temibles aventuras que el poeta Homero le imagina. Tus amigos pintores estaban allí. Y tus amigos no pintores. Y estaba tu vida plantada allí con la voluntad de la vida. Estarás ahora en tu casa del Bajo de Belgrano escuchando como siempre este programa: porque acompaña la etapa transitoria en que tu cuerpo te requiere con egoísmo. Esta carta es un privilegio que me ofrece el ser tu amigo. Hacé de cuenta que la escriben todos los amigos que te quieren. Aun de Ríver. Vos harías lo mismo en estas circunstancias. Cuidate. Este 29 te invito otra vez a comer los ñoquis rituales a mi casa. No traigas nada. Traete vos. Es suficiente.
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