Fragmento del artículo de Alejandro Boverio publicado en la Revista Digital No-Retornable. Allí también se repoducen a manera de antología las cartas polémicas que circularon por el conflicto del Gobierno Argentino y la entidades del campo.
No es casual, entonces, que las intervenciones de los intelectuales argentinos sobre (y en) política, las más interesantes, adopten un género literario muy específico, el epistolar. Podría hacerse una genealogía de la larga tradición de intelectuales que se han pronunciado ante cuestiones eminentemente políticas, en el modo de la misiva. Basta recordar las Cartas Quillotanas de Alberdi que no pueden ser leídas más que junto con Las Ciento y Una de Sarmiento, allí la polémica o el debate le da lugar al duelo político-literario entre realismo y romanticismo, pasando luego por la correspondencia entre Cooke y Perón en donde el problema de la herencia política sea tal vez el más inquietante, hasta llegar al pronunciamiento de Rodolfo Walsh en su Carta abierta a la Junta Militar en el que guarda fidelidad, como él mismo dice, al compromiso que asumió de dar testimonio en momentos difíciles. Vale la pena señalar que una de las últimas grandes reflexiones filosófico-políticas que se dio en nuestro país, también se hizo pública a partir de un intercambio epistolar: se inició con la carta que disparó Oscar del Barco a la revista cordobesa La Intemperie y la sucedieron una catarata de respuestas, todas poniendo en cuestión el estatus de la violencia política en la década del setenta.
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